DIA 175: Chochi Arellano soy esta mujer ( 2 parte)

Hoy continuamos con el relato de Stella Maris Arellano, mujeres que elije el campo, como forma de vida, que le gusta leer y la música de nuestra tierra. Así relata su historia…

Nuestro espíritu campesino, nos llevó años más tarde a comenzar nuestra vida en el campo fueguino; y fue la estancia Cabo Peñas nuestro hogar a partir de entonces. Administraba en ésa época Pedro López (quién fuera padrino de una de mis hijas) con quien compartimos trabajo y familia durante años. Y como si la Tierra del Fuego quisiera arraigarnos un poco más, llegaron a la familia dos pequeños fueguinos, Victoria y Alejandro.

Otra etapa cumplida y por entonces, con dos hijos más, regresamos a la ciudad a poner en marcha un proyecto y trabajar por cuenta propia. Así nació La Matera, parrilla y casa de té, al ingreso de la Misión Salesiana.

Corría el año 1992 y allí llegamos, con visión de futuro, a poner en marcha el emprendimiento. Conocimos por entonces a Don Vitola, personaje de la ciudad al que llamaban “león blanco”, el que había instalado un parador turístico y pequeño museo, donde atesoraba reliquias del pasado, como por ejemplo el primer buzón postal, que hoy se encuentra en el museo de la ciudad.

En una parte de la casa, adaptamos un pequeño comedor, al que llamamos “La Matera” nombre que impusiera recordando las viejas materas de la estancia en que crecí. A los 4 meses de inaugurada, un 24 de mayo mientras festejábamos el cumpleaños de María Auxiliadora, un incendio terminó con nuestros sueños y proyectos, y los ahorros que habíamos guardado trabajando en el campo. Triste y muy extenso sería enumerar el grado de desolación que sentimos aquel 25 de mayo cuando revolviendo las cenizas encontramos restos de nuestras cosas más queridas.

Debo destacar en éste punto, el acompañamiento de la sociedad de Río Grande, que se acercaban con dinero, para que pudiéramos recomenzar, cosa que no aceptamos y agradecimos el gesto con un abrazo.

Y así mientras la familia debatía que hacer, se acercaron los salesianos, el padre Eduardo Meana, director, y Ángel Pradelli hermano coadjutor y encargado de la administración, nos propusieron levantar el edificio, para seguir trabajando, mientras creaban por primera vez el buffet de la escuela, para que tuviéramos un ingreso y comprar lo necesario para seguir. La construcción duró dos meses con la mano de obra gratuita de los instructores, que luego de terminar su trabajo destinaban su tiempo libre y sus capacidades.

Fue un invierno muy frío y recuerdo que solía alcanzarles jarros de café caliente con tortas fritas y la nueva Matera y casa de té, se inauguró al fin, por segunda vez, un 16 de agosto, en el día de Don Bosco. Así pasaron 11 años, hasta que por temas personales abandonamos la Isla por tres años, aunque Stella Maris y José Augusto, nuestros hijos mayores, siguieron con el emprendimiento, al que incorporaron una escuela de equitación.

De regreso de mi pueblo, nos mudamos de la Misión a la chacra Raful, donde ya no funcionó la Matera, sino que dio en llamarse La Cimarrona. Y allí paso mis días de mujer mayor, en el campo, como me gusta, con mis 74 años disfrutando mis hijos y mis cinco nietos: Juan Segundo, Emma, Bernarda, Federica y Emilia; amigos y las tareas rurales que me mantienen vigente.

Estos últimos años me siento bendecida, porque además de la familia, he parido mi quinto hijo, mi primer disco, gracias a Juancito Ludueña, mentor de la idea y arreglador del disco, y Diego Nievas, acompañante de lujo (mi primer cd, al que llamé Pampa Arisca, un humilde aporte a la cultura de los pueblos originarios, especialmente a los Ranqueles e integrantes de todo el pueblo Pampa, apoyándome en lo que sé, cantar la música de la llanura.

En nuestros primeros años en la Isla, integramos fuertemente el movimiento cultural y musical de la ciudad, continuando con la organización de festivales criollos y participando en peñas, lo que nos llevó a integrar la Delegación del año 1984 al Festival de Cosquín, a la que viajé siendo ganadora como solista vocal femenina y el acompañamiento de Cachi como floreador.

Cabe destacar que la primera reunión que se realizó para formar la Federación Gaucha de Tierra del Fuego, se llevó a cabo en la estancia Cabo Peñas, y representando a la provincia con don Vicente Ferrer, don Ramón Balverde, Jorgito Bruzzo y Cachi Alazard, viajamos a Jujuy para el éxodo jujeño, donde por no alcanzar los caballos, el padre Zink y yo, desfilamos de a pié.
Mucho queda por contar de ésta mujer que soy, ruda y sensible, un poco loca y romántica, intensa y apasionada; pero finalizo aquí, arrojando una flor de lupino al río Grande, con la secreta esperanza de que ella llegue a cada uno de ustedes.

Ignoro si mis años me habilitan para dar consejos, pero si quiero dejar un mensaje a las personas que llegan, como mi familia, en busca de oportunidades para crecer económicamente. Pero Tierra del Fuego nos hace crecer además, en espiritualidad, calidad de personas, a partir del sacrificio que supone arraigarse en una tierra desconocida, con un clima severo, no te dejes doblegar! Convive con él! Como dijo Atahualpa “hazte amigo del viento, enamórate de su paisaje”, salí a buscar la vida… no te encierres!

¡¡¡Y a vos, Río Grande…gracias!!! Llegué a ti cuando aún eras territorio, te vi crecer y crecimos contigo, mitad de mi corazón es bonaerense y la otra mitad se alimenta con la sangre caliente que tu nombre de fuego me brinda… gracias, ¡¡¡gracias!!!

Así concluye el relato, de Stella Maris, en la página “100RG mujeres”, producida por Alejandra Lisardo.


(🎙) Aire Libre FM 96.3: