DIA 40: Sistema de botes para cruzar el Río Grande

En este día el relato se centra en el servicio de los boteros.
El sistema de botes fue utilizado para unir a las poblaciones de las márgenes sur y norte del Río Grande. Esta modalidad de trasporte acortaba el tiempo y abarataba su costo.
Las formas de pago, en algunos casos, era un pequeño vaso de ginebra, como intercambio. Usualmente la tarifa era inferior por persona a lo que podía costar un auto alquilado que llevara al pasajero a la zona más angosta entre una margen y otra del río, conocida popularmente como Puna Triviño. ( Hoy Puente General Mosconi).

Para cruzar el río existía un puente colgante, pero para llegar al otro lado había que recorrer veintisiete kilómetros. Eran años en que el principal medio de locomoción era el caballo, lo que suponía más de media jornada de travesía. El automotor era un privilegio para unos pocos, y el bote era después del caballo el segundo medio de transporte en importancia. En esta época, el sistema de botes constaba de tres embarcaciones que funcionaban simultáneamente. Los boteros eran distinguidos y los identificaban por sus botas de goma, insustituibles porque les permitía el aislamiento de la humedad, del frío y el contacto con el agua; aunque su ropa no era impermeable ni térmica. Los permisos para trabajar en los botes los ofrecía y fiscalizaba la Prefectura Naval.

Algunos boteros se dedicaban exclusivamente a esta actividad y para otros el cruce constituía una tarea accesoria. Para la época destaca la figura de la señora Ariela Saldivia, quien fue una de las últimas boteras de las travesías y trabajó como tal, hasta la construcción del puente General Mosconi ubicado en las cercanías de la ciudad.
Las embarcaciones tenían un espacio cubierto, que protegía al pasaje del oleaje y las aguas frías. Generalmente debajo de este refugio se ubicaban las mujeres. El pasaje se caracterizaba por trabajadores del frigorífico, madres de familia que recurrían al hospital del Frigorífico local, enfermeras y maestras.

En ciertas ocasiones, las condiciones climáticas y la dinámica propia del río hacían imposible la periodicidad del transporte, generando así, muchas veces, que pasajeros queden varados en una u otra margen del río. Esperando que mejoren las condiciones para abordar el bote. Generalmente y sin inconvenientes, se tardaba aproximadamente 30 minutos en cruzar de costa a costa. Y la tarifa variaba en torno a los cambios climáticos. En momentos que el tiempo complicaba el cruce, Prefectura Naval avisaba de la situación complicada y peligrosa levantando una bandera roja o con un tiro de fusil al aire.

Una tragedia se vincula con el río y esta actividad. La misma quedó documentada en el diario “La Verdad” del 28 de marzo de 1951. En la portada del periódico se registran dos acontecimientos trágicos que datan de los mismos días. Uno corresponde a la caída del avión de Aerolíneas Argentinas y el otro al hundimiento de botes en las frías aguas del río Grande. Este suceso dejo un saldo de cuatro personas desaparecidas.

Cuando ocurría este tipo de accidente que involucraba la desaparición de cuerpos, la Prefectura lo único que podía hacer era prohibir el consumo de agua por unos días, ya que consideraba que al haber cadáveres en el río sus aguas estarían contaminadas.
Los boteros fueron servidores públicos que mantenían las comunicaciones entre el sur y el norte de Río Grande. Sin ellos, hubiera sido dificultoso la fluidez de otros servicios y desarrollo de la actividad productiva de la ciudad.

(🎙) Aire Libre FM 96.3: