A sus 99 años, Yolanda Buennard sigue demostrando que la pasión por aprender no tiene límites.

Con 99 años, Yolanda Buennard sigue demostrando que la pasión por aprender no tiene límites. Criada en el campo, entre caballos y labores rurales, hoy encuentra en la educación un motivo para seguir adelante. “Si fuera por mí, seguiría estudiando, porque me gustan todas esas cosas”, expresa con entusiasmo.
El estudio ha sido siempre una parte importante de su vida, aunque las circunstancias no siempre fueron fáciles. “En el campo, estudiar era un sacrificio. Me quedaba lejísimo la escuela y tenía que ir a caballo. Un día me quisieron agarrar la rienda, pero les di un lazazo y seguí”, recuerda con una mezcla de orgullo y picardía.
Hoy, en Río Grande, ha retomado sus estudios para refrescar conocimientos. “Me cuesta, sí, pero me hago todas las cuentas, divisiones, escribir, leer”, comenta. Aunque su vista ya no le permite avanzar como antes, sigue valorando la educación y alentando a las nuevas generaciones a no abandonar sus estudios. “Siempre me gustó decirles a los chicos que no aflojen. Ahora me gustaría seguir, pero con la edad que tengo, ya está”, reflexiona.
Su vida ha estado marcada por la autosuficiencia y el trabajo. “Me crié en el campo, ordeñando vacas, haciendo manteca, sembrando. Tenía de todo en mi casa: repollo, zanahoria, perejil, cebolla. Las vecinas me decían que estaba loca por sembrar, pero después me venían a pedir”, cuenta entre risas.
En la actualidad, encuentra placer en actividades recreativas como el tejido y el bordado. “Si me mandan a puntear tierra, lo hago, pero ya no puedo con mi cintura. Pero siempre sigo adelante, no miro para atrás”, asegura con determinación.
A punto de cumplir un siglo de vida, Yolanda sigue siendo un ejemplo de perseverancia y amor por el aprendizaje. Su mensaje es claro: “El estudio es fundamental. Que los chicos sigan estudiando, porque aprender nunca está de más”.