Patricia, una docente de alma, en el día de los maestros

Patricia Cárdenas, más de 38 años ejerciendo la docencia, habló con AIRE LIBRE FM sobre su labor como maestra riograndense. Trabajó en el colegio Don Bosco y en la Escuela n°10, donde finalmente se jubiló. Habló de la vocación, de la importancia de formar a los alumnos y el recuerdo del padre Miguel Bonuccelli.

“Es algo distinto, se extraña un poco el bullicio de la escuela en estos días de del acto que uno recuerda a Sarmiento, pero es algo emotivo, que da nostalgia y alegría a la vez de haber cumplido con la tarea de lo que uno eligió. Yo elegí ser docente y traté de cumplirlo lo mejor posible. Uno trataba de ser una buena docente, una buena maestra para sus alumnos, buscando lo mejor para ellos, tratando de enseñarle de la forma más sencilla que pudieran aprender, con lo que uno tenía antes.
Yo soy una docente que ya tiene más de sesenta años y, este, me recibí en una época donde no existía la tecnología. Entonces eso hace a la diferencia de cómo se aprende hoy en día que el chico tiene otras armas y le resultan más gratas”, comenzó manifestando.

¿Qué fue lo que te llevó a decir quiero ser maestra, quiero elegir esta carrera?

“En primer lugar, bueno, ya de chiquita jugaba a ser maestra, dañándole las paredes de un galpón a mi padre con una un carbón o una tiza, y teniendo de alumno a mi hermano y a mis primos en ese momento, pero después, el estudiar acá en el pueblo que era antes, se hacía difícil pensar en otro tipo de carreras, porque no todos podíamos viajar. Y gracias al padre Miguel Bonuccelli, que era el director del secundario y siempre pensando en la juventud, en mil novecientos ochenta, trabajó el Magisterio que le decíamos, hoy conocido como ISES, y yo me encontraba cruzando justamente el quinto año, por lo cual fue justo el botón que yo esperaba para decir quiero estudiar. Y, gracias a dios, mis padres me pudieron acompañar en esa decisión, me dieron en lugar de decir, anotate, estudiá, y en ese momento ser maestra era una carrera de dos años y medio.
Así que, bueno, gracias a esa oportunidad que nos dio el padre de traer la carrera acá, que era solamente para el nivel primario, yo me recibí en 1983, en julio. Soy parte de la tercera promoción del ISES en ese momento”.

¿Cómo fue cambiando la educación, el sistema educativo a lo largo de estos años?

“Para eso también hace que uno tuviera la mente abierta, porque los cambios han sido muchísimos. De cuando yo me recibí y de cómo nos prepararon con una enseñanza más tradicional, y que muchas veces se nos criticaba por la metodología de la palabra generadora, este, bueno, hubo que uno también abrirse, aceptar los cambios y ponerlo en práctica.
Y, bueno, yo fui alguien que se fue adaptando, nunca me negué. Entonces, siempre incorporé todo lo nuevo sin dejarlo viejo. O sea, hice parte de una mezcla, que creo que me daba buenos resultados, porque mis alumnos salían aprendiendo, tenía a mi colega que seguía al año siguiente, yo se fui muchos años maestro de primer grado, o sea, la primera pobre que les tocaba a esos pobres niños, digamos así. Y mi colega siempre decía, cuando los recibía en segundo, que los recibía muy bien preparado. Entonces, para mí era una visión que la teoría estaba cumplida y bien hecha, en beneficio del chico”.

¿Cómo es ahora ese momento en que te encontrás a personalidades reconocidas en la ciudad y que te identifican como su seño, como la seño que los tuvo en primero, en toda la primaria?

“Es lindo, es muy emotivo. Pero uno pone un granito, no es que el trabajo lo hace solamente la maestra de primer grado. La emoción más grande sí es la del primer grado que la viví durante muchos años, porque uno los ve que llegan sin nada y salen aprendiendo a leer, escribir, a contar los palotes, como lo hacíamos antes, y eso es una emoción enorme que la tiene la maestra de primero, nada más pienso yo que el resto va agregando.
Y todos los demás son parte de ese futuro, el joven que llega, quizá, en algunos casos, a ser un ciudadano importante en la ciudad o en la provincia, otros que llegan a ser profesionales, y somos todos, creo, un poco parte de lo que sembramos, tanto los maestros de grado, como los profesores del secundario, como el profesor universitario.
Pero para mí es una alegría enorme, porque los cruzo y que me digan hola, seño, y me recuerden todavía, quiere decir que no se tomó en mi
trabajo, y eso me da mucha satisfacción”.

¿Se hizo difícil el momento en que tuvo que entrar a la etapa de jubileo, dejar de brindar educación?

“Yo ejercí durante treinta y ocho años, o sea, que fue bastante, y fueron más de 25 frente al aula. O sea, que pasaron muchos chicos con por donde yo estaba trabajando, tanto en el colegio Don Bosco, que fue mi primer colegio, donde ejercí durante veintiocho años, y después, por elección, la escuela número 10 Manuel Belgrano, que trabajé desde veinticinco años también. Y me tocó jubilarme justamente en la escuela 10, porque yo dejé el colegio Don Bosco después de tantos años, y fue un poco de satisfacción por la alegría de una despedida que no me esperaba, con tanto cariño, y un poco de nostalgia, pues yo le decía a mis compañeros, voy a volver.
Estaba uno acostumbrado a estar en la escuela, a escuchar el ruido de los chicos.
Pero nos tocó también en la etapa después del COVID, que hizo que hubiera mucho distanciamiento. Entonces, creo que fue extrañar un poco, pero otro poco fue empezar a darme cuenta que me necesitaban también de casa porque mis padres eran grandes. Pero nunca deja uno de extrañar la escuela. O sea, más en este día, uno dice, a esta hora estarán haciendo un acto, estarán cantando el himno, se extraña un poco los ruidos, los gritos, las risas de los chicos”.

Hace un rato hablábamos de los valores educativos, los valores que se siembran. ¿Crees que con el pasar del tiempo esto se fue perdiendo en lo que es el sistema de gestión educativa?

“Ha cambiado mucho. Creo que mucho ahora se ve más, este, el tema de los derechos, y se ha perdido un poquito ese tema de de ver, porque soy docente. Está bien que siempre los docentes tuvimos mal pagos, no no es de ahora nada más. Pero creo que se ha perdido un poco tema de de valorar nuestra propia carrera, nuestra propia profesión, no todos, hay muchos docentes que siguen ejerciendo con vocación, pero también entiendo que muchos han llegado a la isla con nuestros sueños, otras perspectivas, que hacen que, bueno, han puesto también sus derechos por delante, porque tienen que pagar un alquiler, tienen que comer, y eso a veces se hace difícil con un sueldo bajo, más acá en esta isla que las cosas no son tan baratas.
Quizás en el norte se puede vivir de otra manera, porque hay otras cosas que que cubren y no hay gastos tanto como poder conseguir las verduras más baratas en cantidad, cosa que no lo conseguimos acá.
Pero, este, ha cambiado mucho. Hay muchas cosas buenas porque hay muchas capacitaciones para los docentes que antes no no había tanto. Entonces, uno buscaba la forma, ya sea curso a distancia, este, la tecnología también ha agilizado que el maestro pueda estar más preparado, pero también la familia han perdido valores.
No solamente el docente ha dejado de lado sus valores para hacerse valer y respetar, pero con la educación, con el amor. También las familias, el hecho de venir y estar pendiente de un trabajo, han olvidado de dar los valores que daba toda familia, de respeto, de la educación, del cariño, del tiempo a sus hijos. Creo que eso también ha fallado un poco”.

Por último, Patricia, ¿qué mensaje te gustaría dejarle a esos docentes que están en esta etapa brindándole toda la educación a los pequeños, a los jóvenes, y así también a esos estudiantes que están yendo por el camino de la educación?

“Decirles en primer lugar un feliz día a todos, tanto a los que ya son docentes, a los que están jubilados como yo, porque no se deja de ser docente, y a los futuros docentes. Es una carrera hermosa, creo que uno ve logros que no se puede ver en otra profesión, que es el contacto con los niños que aprenden, que sea uno el pilar de ellos de enseñarle.
Hay que recordar también que hay que enseñar con mucho amor, con mucha paciencia, y también a veces hay que rescindir un poquito también las cosas que uno necesita, porque estamos en una carrera que demanda, este, pensar en el otro.
No es como cualquier otra carrera, que uno es un profesionaliza, un contador, y pienso en mi carrera, en mi trabajo, en mis números, y es algo más frío, nosotros estamos en contacto con personas. Entonces, decirle a las chicas nuevas, a los profesores nuevos, que es la de la carrera maravillosa, que van a ver, van a recibir de parte de los niños siempre mucho amor.
Ellos siempre nos van a necesitar y van a esperar de nosotros lo mejor, paciencia y amor, y enseñar lo mejor que uno pueda, sin perder los derechos, por supuesto, pero no olvidemos por qué somos docentes”.


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