104 años de viento, memoria y corazón

Historias de vida que tejieron Río Grande: la emoción de Alicia Cierpe Caucamán y Oscar Olmedo en una charla que atraviesa generaciones
En el marco del 104° aniversario de Río Grande, el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Tierra del Fuego y el Centro de Antiguos Pobladores presentaron un micro especial cargado de emoción, recuerdos y voces que ayudaron a construir la identidad de esta ciudad fueguina. La historia local se hizo presente a través de dos invitados entrañables: Alicia Cierpe Caucamán, vecina llegada desde Punta Arenas en 1962, y Oscar Olmedo, quien arribó desde Mendoza en 1982 y se convirtió en un referente de la cultura local.
Ambos compartieron anécdotas, emociones y momentos que marcaron sus vidas y, al mismo tiempo, reflejan el crecimiento de Río Grande, una ciudad moldeada por el viento, el barro y la calidez de su gente.
De la tierra del sol al viento patagónico
Oscar Olmedo llegó a Tierra del Fuego el 26 de marzo de 1982, apenas una semana antes del inicio de la guerra de Malvinas. Recién salido del servicio militar, vino en busca de trabajo y encontró su primer empleo en una bloquera, sin vivienda ni contactos. “Veíamos pasar los aviones rumbo a Malvinas, las calles eran barro puro, no había señalización ni asfalto. Fue duro, pero hermoso”, recuerda.
Desde entonces, trabajó en diversos oficios: cerrajero a domicilio, técnico en la Casa de la Cultura, impulsor del folclore, sonidista en espectáculos, e incluso corredor de motociclismo en la vuelta a la isla. “Me involucré con la ciudad a través del arte y la gente. Recuerdo cuando se estrenó el Valerre Grande en 1985, o cuando llegó Sandro y no pudo actuar porque no había teatro. Era otro Río Grande”, cuenta con emoción.
Alicia Cierpe Caucamán: el valor de los pioneros
Alicia llegó en 1962, cuando el viento dominaba el paisaje y las viviendas eran escasas. Viajó en un pequeño avión con sus hijos, gracias a la gestión de su hermano, miembro de la Fuerza Aérea chilena. “Mi esposo vino primero y cuando consiguió trabajo me mandó a buscar. No había nada, solo viento y tierra”, relata.
Se instaló en una casita en Estrada y Bilbao, la cual acondicionaron como pudieron. Fue jefa de mucamas del Hotel Los Yaganes y testigo de la llegada de figuras como Susana Giménez y Carlos Monzón. También fue parte del equipo fundador del gimnasio del Centro Deportivo Municipal en 1971, impulsando el básquet femenino junto a otras vecinas.
Hoy, a sus 86 años, sigue activa: pedalea en su bicicleta fija, asiste al centro deportivo y camina por la playa. “Río Grande me dio todo: trabajo, familia y orgullo. A veces me quedo sola en casa y pienso cuánto ha crecido todo esto”, confiesa con la ternura de quien ha visto florecer un desierto.
Cultura, identidad y pertenencia
Ambos coinciden en un punto: el valor de la cultura y el arte como herramientas para crear comunidad. Oscar revivió momentos inolvidables en la Casa de la Cultura, como la llegada de actores de renombre nacional, la cantata fueguina y la consolidación del movimiento vocal local. “Lo que más me impactó fue ver a la gente emocionarse, aplaudir de pie. Eso no se olvida”, afirma.
Alicia, por su parte, destaca el crecimiento de sus hijos y nietos, todos profesionales formados en esta tierra. Su hija menor es profesora de educación física, y sus nietos ya son adultos. “Yo nunca tomé mate, pero camino todos los días, voy al centro, converso. No tengo amigas antiguas, pero sigo valorando lo que tengo”, dice con una sonrisa.
Un homenaje a quienes construyeron ciudad
Este emotivo micro no solo repasa anécdotas y vivencias. Es, sobre todo, un homenaje a las personas que llegaron con poco y con esfuerzo y cariño ayudaron a construir la ciudad que hoy celebra sus 104 años.
Historias como las de Alicia Cierpe Caucamán y Oscar Olmedo nos recuerdan que Río Grande no es solo viento y frío: es también calor humano, esfuerzo colectivo y memoria viva.
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() Aire Libre FM 96.3: