Polémico concurso: un joven argentino fue becado y viajará una semana a Malvinas

Adriano Modarelli es uno de los cuatro elegidos de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil en la polémica competencia de estudiantes organizada por el gobierno británico. En un vídeo de un minuto, el joven debía responder la pregunta “¿Por qué me gustaría conocer a mis vecinos de las Islas Falkland?”. Será becado para “experimentar una estadía de conocimiento cultural, ambiental y económico”.

El concurso tuvo repercusión por el nombre y fue motivo de diversos reclamos. Uno de ellos fue el del Rectorado de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) emitió una resolución donde se reclama a la Embajada del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte que elimine toda mención a esa Casa de Altos Estudios en el concurso “Por qué me gustaría conocer a mis vecinos de las Islas Falkland”.

Adriano fue el argentino elegido entre 200 postulantes. En la segunda quincena de enero del año próximo vivirá una semana en la casa de una familia de residentes de las Islas Malvinas, solventado por el gobierno isleño y coordinado por las embajadas británicas en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Las otras ganadoras son, justamente, jóvenes de estos países limítrofes. El propósito del concurso es promover el intercambio cultural entre las comunidades, trazar lazos de conocimiento y entendimiento entre las islas y el continente, experimentar el carácter único del lugar, saborear su comida, adoptar sus hábitos y tradiciones, involucrarse en la naturaleza y el medio ambiente.

Tiene 19 años, fue abanderado en el colegio Santo Tomás de Aquino en Campana y actualmente está cursando el primer año de la carrera de actuario en la Universidad del Salvador. “Para empezar me daría la oportunidad de entrar en contacto con otra cultura”, dijo en la segunda oración de su exposición. Adriano ya conoce Inglaterra y espera encontrarse con una comunidad semejante: “Gente amable y abierta a responderte sobre cualquier cosa con respeto y sin cruzar líneas, dispuesta a salirse de lo cotidiano y a interactuar con personas que vengan de afuera”.

Un amigo le había enviado la publicación de la Embajada británica con las postulaciones. “Si vos mandás, yo mando”, contó que le dijo. La idea, finalmente, se le atravesó. Se entusiasmó, pidió ayuda, editó sin ser un experto en edición y lo envió. Quedó entre los diez finalistas pero se reservó la noticia para no fabricar expectativas. Una noche, un amigo se quedó a dormir en su casa. El fervor traicionó su falsa indiferencia: se lo comentó en medio del desvelo. Al otro día, a las once de la mañana, recibió un mail de la embajada que decía que querían contactarse con él. “Me dijeron que era el video que más les había gustado. Mi amigo y todos en mi familia se emocionaron casi tanto más que yo”.

Su discurso convenció. Para formularlo, pensó en qué le gustaría conocer de las Islas. Centró su análisis en su objeto de estudio: los recursos económicos. “Por eso hablo de abrir la cabeza no solo en la manera de pensar sino en la manera de vivir: no es la misma la vida continental que vivir en una isla rodeado por agua. Después puse el foco en conocer cómo viven desde el puntos de vista económico, qué pasa en el día a día en las islas, de qué trabaja la gente, qué opinan sobre la integración económica al Mercosur”.

Adriano, en el video, dice que estudia economía, pero en verdad estudia actuario, lo que define como “la parte cuantitativa de la economía” o “lo que un economista utiliza para medir los riesgos”.

“Me gustaría ejercer lo que estoy estudiando pero para en un futuro llevarlo a la política. Como me dijo una vez un profesor: ‘los que tienen la posibilidad de llegar adelante tienen la obligación de ir dos pasos hacia atrás y darles un empujón a los que quedaron en el camino’”. Encabeza un grupo de jóvenes que realiza acciones sociales en concepto de solidaridad.

Quiere, también, mejorar su inglés, recorrer Dockyard Museum, la Catedral y el Cementerio de Darwin, el camposanto de combatientes argentinos donde yacen enterrados 237 héroes de guerra de los cuales 114 ya fueron identificados a través de muestras de ADN. Tampoco puede dejar de obviar su fascinación por la fotografía. “Cuando buscás en Internet fotos de las Islas Malvinas siempre aparecen fotos tristes de la guerra, referencias a 1982. Nunca un paisaje ni algo para decir ‘¡qué lindo lugar!’’. Me gustaría ir a sacar las fotos y transmitir lo que yo viví estando ahí”, relató.

Prometió llevar su mate, alfajores y dulce de leche para que los habitantes de las islas prueben los sabores argentinos. Y, tal vez, anunció que le regalará a la familia que lo hospede una pintura hecha por él -otro de sus hobbys-.

Su condición de argentino lo invita a la reflexión: se pregunta cómo será recibido, qué pensarán de él.

“Es un desafío, cargamos con un pasado complicado. Pero no lo tenemos que ver como algo restrictivo, sino como una barrera a superar, algo que nos invite a animarnos a conocer. Me gustaría hacer hincapié en el diálogo”.

Adriano supone que los kelpers creen que los argentinos los odian y los responsabilizan por el conflicto bélico, “cuando en realidad la culpa fue de las personas que estaban en el poder”, reflexiona.

Y finaliza: “Es muy triste lo que pasó, que muchas personas hayan perdido la vida por decisiones que no fueron democráticas. Pero no tenemos que seguir fomentando el odio, sería como ir poniendo bombas que en algún momento van a volver a explotar”.